Apenas producida la invasión de Rusia a Ucrania, en la primera semana muchas marcas rápidamente tomaron posición e iniciaron un boicot o suspendieron sus operaciones en el país invasor. Louis Vuiton y Chistian Dior abandonan unas 124 boutiques y 3500 empleados. Zara cerró 502 tiendas y abandonó el ecommerce. Ford deja de producir, GM abandona sus operaciones de venta, Toyota abandona su producción e importación. Apple, Netflix, Meta (Fb), Spotify, Roku, Youtube, Intel y Microsoft entre otras, han bloqueado contenido ruso, noticias, servicios, ventas y accesos.
Pero muchas otras recién en estos días, ante la creciente presión internacional y frente al rechazo generalizado que provoca la catástrofe humanitaria causada por el gobierno ruso, están tomando la decisión de detener o “pausar temporariamente” en algunos casos, sus operaciones.
Detener o suspender un negocio no es una decisión fácil porque impacta en la salud financiera de las compañías e involucra a empleados, proveedores y una extensa de suministro. Pero ¿cuál es el costo para la reputación y la imagen de una compañía al sostener una alianza con un país que está destruyendo todos los valores y derechos que estas mismas empresas dicen apoyar?