“Encontramos un insight muy fuerte; los latinos les ponemos nombre a nuestros autos. Ya sea porque en nuestros países de origen conservamos nuestros vehículos por mucho tiempo o porque cuesta un poco más llegar a tu primer auto, este objeto inanimado se vuelve casi parte de nuestra familia. Por lo tanto, tiene un nombre. Y este insight sigue presente también en los hispanos que vivimos en USA, como si estuviera en nuestro ADN”, señaló Javier Campopiano, CCO de la agencia.
El regalo, entonces, consistía en un badge personalizado que los usuarios podían pedir en el hotsite de la campaña. Una semana más tarde el badge con el nombre de su Toyota llegaba por correo. La campaña se inició con un lote de 25.000 badges, y tuvo que ser extendida dos veces, llegando a los 100.000 badges ordenados.
Las historias detrás de cada nombre se convirtieron en contenido generado por los mismos usuarios que se compartió en todas las redes sociales. Se recibieron pedidos fuera de USA, y algunas de estas historias se convirtieron en cortos que la marca usará en sus canales sociales.